• 25 periodistas participaron del primer Curso de Corresponsales de Defensa • Crónica de una experiencia que nuestros enviados, adoloridos y cansados, aún no olvidan.
Escribo estas líneas entumecido de dolor y agotado física y mentalmente. Mis cabellos no se mueven por falta de higiene y ni hablar de las ampollas en mis pies, los arañones y moretones en brazos, piernas, los callos de mis manos y este dolor de espalda que me obliga a escribir echado este reportaje.



Seis días compartiendo y entrenando con los soldados de las tres armas del país me han recordado que ya no tengo 15 años y que, si no empiezo a ejercitarme, lo más probable es que no dure ni quince minutos en la línea de fuego, que es para lo que un grupo de 25 periodistas hemos participado por casi una semana del primer Curso de Corresponsales de Defensa organizado precisamente por ese ministerio.



Aunque, valgan verdades, tal como señaló el cachaciento comandante general del Ejército, general Edwin Donayre, tras hacernos participar de explosiones y demostraciones de valor apenas ingresamos a la Brigada de Fuerzas Especiales (Brife), en Chorrillos: "Esto no es una corresponsalía de Defensa, ustedes van a salir de acá como corresponsales de guerra", nos amenazó sonriente el estrambótico general ayacuchano. Y tenía razón.
Ricardo Altamirano, Director de la Organizacion Gruespac-espe disparando desde un tanque T-54 de origen ruso.
Ya para el cuarto día de entrenamiento a nadie se le ocurría entonar la salsa que fue nuestro himno desde el inicio del curso, y que marcaba nuestro ánimo alegórico y desenfadado. El "en tiempo de guerra ponte tu casco... para estar preparado... por si caminas, en campo minado" fue reemplazado por un ¡puta madre, no nos dejan ni ir al baño! Ya a nadie se le ocurría fastidiar a los comandos cuando hablaban de "matar al enemigo que mata a mi Perú" con el impertinente "como en los 80", aludiendo a los excesos en que cayó la guerra interna contra Sendero Luminoso.
Seis días de entrenamiento en los que dos veces nos secuestraron de madrugada los "terrucos", nos encapucharon e insultaron; jornadas en las que nos hicieron saltar de un zodiac a toda velocidad, a las seis de la mañana, en las frías aguas de Ancón donde a la noche tuvimos que saltar sobre fuego, simulando un accidente aéreo. Casi una semana en la que se dedicaron a importunarnos el sueño a punta de explosiones, ráfagas de bala y gases que hacen llorar; largas caminatas cargando la mochila de campaña para encontrar, con una brújula, un objetivo oculto por la oscuridad de la noche y la informidad de una quebrada. Días cargados de adrenalina que nos permitieron disparar pistolas, fusiles y hasta el cañón de un tanque de guerra.
Entrenar y convivir con los soldados nos hizo comprender, in situ, que no todo combatiente con 10 balas en el cuerpo o con una bala en la cabeza ha sido ejecutado extrajudicialmente y que en la guerra, durante el enfrentamiento, la consigna es ‘cero heridos’, pues "los terroristas heridos también matan". Y lógica no les falta.
Seis días en los que también pudimos conocer, a punta de powerpoints, la organización, estructura y jerarquías de la Marina de Guerra, de la Fuerza Aérea y del Ejército Peruano.
Y los miembros de la Oficialía Mayor de las tres armas nos recibieron en sus principales bases –es decir, donde viven y entrenan–, y pudimos constatar sus carencias y dificultades. Porque si a la FAP le sobran los MIG-29, solo dos están operativos. Si a los marinos les sobra preparación e inteligencia, les falta logística y recursos. Y si a los soldados del Ejército les sobran huevos y valor, les falta de todo. Desde buena alimentación pasando por uniformes y botas hasta llegar a salarios decentes. No es un secreto que el nuestro es el ejército con menos recursos de la región y sus soldados, por consiguiente, los peor pagados. Pero no se quejan. Entrenan y el doble. Pensando en la gloria de sacrificar su vida por la patria, por el Perú, donde viven sus familias y compatriotas.
Ricardo Altamirano, en la linea, parados extremo izquierdo
En fin, seis días en que se nos permitió vivir como soldados, participando de sus adrenalínicos entrenamientos –el salto al vacío desde una torre fue el non plus ultra– y sufriendo sus falencias. Terminó el curso hace unas horas y nos vamos agradecidos, comprendiendo mejor a quienes cuidan nuestro territorio y dispuestos a enfundarnos botas y mochilas para acompañarlos a las zonas de emergencia, sudando junto a ellos y arriesgando nuestras vidas como ellos lo hacen cada vez que las papas queman.
Escribo estas líneas entumecido de dolor, echado, y agotado física y mentalmente. Pero dormiré esta noche, como hace tiempo no lo hacía, a pierna tendida y con la moral en alto. ¡Viva el Perú, comando!
Luigi Faura, enviado especial.
Diario la Republica.
Señores Ejército del Perú,
gruespac-espe
En nombre de mis colegas y mío propio, queremos agradecer por la invitación que nos han hecho para participar en el Curso de Corresponsales de Defensa – Año 2008.
Estas dos semanas pudimos visitar las diferentes unidades y direcciones así como conocer como es el día a día en el Ejército, reconociendo sus debilidades y fortalezas. Pero entendemos que hoy día las Fuerzas Armadas no están pasando por un buen momento. Sin embargo, lo sorprendente es que pese a ello, mantienen su nivel de convicción, entrenamiento y capacidades para poder realizar los trabajos de riesgo.
Nosotros, los que estamos dedicados a trabajar con los medios de comunicación y algunos a prestar ayuda humanitaria, tenemos que empezar a coordinar mejor nuestro trabajo con las Fuerzas Armadas, desarrollando protocolos de intervención adaptados a las realidades de nuestro país. Sabemos que nuestro país es un enorme laboratorio social en que todos participamos buscando respuestas para superar las dificultades. Nuestro reto es hacerlo juntos y de manera articulada.
Estimados Señores del Ejercito del Perú, nos sentimos comprometidos en esta ardua labor de sacar a nuestro país adelante así como de trabajar de la mano con Ustedes y seguir participando en otros cursos futuros que Ustedes muy gentilmente nos lleguen a convocar.
Les damos gracias por hacernos conocer la labor que ustedes realizan así como el valor que tiene para nuestra sociedad. Esperamos que este sea el inicio de un trabajo más cercano que nos ayude a construir un Perú más justo y libre, sin persecuciones políticas ni estigmatizaciones.
Gracias
Estas dos semanas pudimos visitar las diferentes unidades y direcciones así como conocer como es el día a día en el Ejército, reconociendo sus debilidades y fortalezas. Pero entendemos que hoy día las Fuerzas Armadas no están pasando por un buen momento. Sin embargo, lo sorprendente es que pese a ello, mantienen su nivel de convicción, entrenamiento y capacidades para poder realizar los trabajos de riesgo.
Nosotros, los que estamos dedicados a trabajar con los medios de comunicación y algunos a prestar ayuda humanitaria, tenemos que empezar a coordinar mejor nuestro trabajo con las Fuerzas Armadas, desarrollando protocolos de intervención adaptados a las realidades de nuestro país. Sabemos que nuestro país es un enorme laboratorio social en que todos participamos buscando respuestas para superar las dificultades. Nuestro reto es hacerlo juntos y de manera articulada.
Estimados Señores del Ejercito del Perú, nos sentimos comprometidos en esta ardua labor de sacar a nuestro país adelante así como de trabajar de la mano con Ustedes y seguir participando en otros cursos futuros que Ustedes muy gentilmente nos lleguen a convocar.
Les damos gracias por hacernos conocer la labor que ustedes realizan así como el valor que tiene para nuestra sociedad. Esperamos que este sea el inicio de un trabajo más cercano que nos ayude a construir un Perú más justo y libre, sin persecuciones políticas ni estigmatizaciones.
Gracias
Ricardo Altamirano Duarte
Director de operaciones